Distinguida Señora:


Con el derrumbe del Nº 57 de la calle del Sol se añade un elemento más a la ya larga lista
de casos similares, no muy lejanos en el tiempo y de triste memoria para la ciudad, ya que en
alguno de ellos además de las pérdidas materiales se han producido pérdidas irreparables de
vidas humanas, como ocurrió con el Hotel Bahía o el edificio del Cabildo de Arriba, de tal manera
que la ciudad de Santander empieza a destacar por la excesiva frecuencia de tragedias de este
tipo producidas en los últimos años.
Por supuesto que ante el derrumbe de un edificio de viviendas (15), como el que se ha
producido en vísperas de la Semana Grande de Santander y frente a la tragedia humana que ese
hecho supone, lo primero es la seguridad de los ciudadanos y la ayuda a los afectados. Pero esa
ayuda necesaria y loable, no nos debe hacer olvidar que en este caso no se ha producido un
accidente casual, ni su origen es fruto de un fenómeno de la Naturaleza, sino que por el
contrario, era un riesgo temido por los propios residentes que denunciaron reiteradamente al
Ayuntamiento. Pero sorprendentemente, los diferentes servicios municipales implicados no
tomaron las medidas de protección y cautela necesarias e imprescindibles, para evitar una
desgracia como la que finalmente se ha producido.
Frente a la antedicha “desidia municipal”, somos conscientes que ahora, que ya ha sido
posible que los técnicos examinen la zona afectada, puede suceder que los informes técnicos
redactados “ex profeso”, vengan a concluir que la culpa del derrumbe fue un presunto golpe de
picachón de más, dado de forma descuidada por un obrero, o que el propio edificio, de repente
se ha pretendido suicidar, así desaparecerían las responsabilidades y se obtendría un precioso y céntrico solar para llevar a cabo el próximo pelotazo urbanístico, como también ha pasado en
otras ocasiones.
Desgraciadamente ya van siendo demasiadas las ocasiones en las que predomina el
nepotismo y el tráfico de influencias en el funcionamiento de los servicios del Ayuntamiento, más
propio del siglo XIX que de una “Smart City” del siglo XXI, (como ejemplo, la diligencia mostrada
por el Servicio de Obras y Arquitectura concediendo una nueva licencia al promotor frente a cada
presentación de denuncia por los vecinos. Y por si eso no fuera suficiente, es muy sorprendente
que en una ciudad como Santander, una ORDEN DE PARALIZACION URGENTE DE OBRAS se
lleve a cabo con tanta lentitud y negligencia: que su notificación y entrega queda sin ninguna
eficacia, dando lugar a los desgraciados hechos consumados origen de esta carta).

Agradeciéndola la atención prestada y a la espera de su pronta y eficaz intervención, como
servidora principal de los vecinos/as de la Ciudad de Santander, al objeto de conseguir una
adecuada protección y cuidado de sus intereses,